Por cuanto el hombre es un ser estrechamente allegado a nosotros, en tanto debemos hacerle bien y sufrirlo con paciencia. Pero en cuanto algunos hombres se nos oponen en el cumplimiento de nuestros deberes, ya el hombre baja a la categoría de los seres que me son indiferentes, como el sol, el viento, la bestia. Estos objetos pueden obstaculizar en algún modo mi actividad, pero mi empeño y mis aptitudes internas no conocen trabas, gracias a mi facultad de economizarme y derribar los obstáculos. Puesto que la inteligencia derriba y desplaza, ante el fin que la guía, todo impedimento de su actividad .Lo que estorbaba su buena acción, le sirve de medio para aventajar; lo que cortaba su camino, le ayuda a avanzar.
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No pienses tanto en los bienes ausentes como en los presentes; aun entre los presentes, para la consideración sobre los más aventajados y, con este motivo, imagina con qué solicitud los buscarías, si no los tuvieses. Pero guárdate al mismo tiempo de que, complaciéndote en la posesión de los bienes presentes, no te acostumbres a tenerlos en tanta estima que, si alguna vez te faltaren, hayas de perturbarte.
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En toda angustia, ten a mano esta máxima: esto no es indecoroso ni deteriora la inteligencia que me gobierna; pues no la corrompe, ni en cuanto es racional ni en cuanto es sociable. Además, en las mayores cuitas, válgate esta máxima de Epicuro: el dolor no es insufrible ni eterno, si te acuerdas de sus límites y no lo imaginas mayor de lo que es en realidad.
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Borra los desvaríos de tu fantasía, repitiéndote sin cesar: pende de mí en este momento el que no haya en esta mi alma el menor vicio, ni deseo, ni, absolutamente, ninguna agitación. Antes bien, veo todas las cosas como son en sí y uso de cada una según su mérito. No olvides esta facultad que te otorgó la naturaleza.
MARCO AURELIO
Meditaciones
Madrid: Taurus, 2012
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